Mostrando entradas con la etiqueta Periodo_indohispano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Periodo_indohispano. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de julio de 2013

Periodo indohispano 1.500 d.C hasta el presente



Período Indohispano



El periodo indo-hispano, como su nombre lo indica, corresponde a lo acontecido en los pueblos prehispánicos desde el momento en que irrumpen los primeros conquistadores hasta el presente. durante este largo periodo, las características y el numero de población fueron modificados notablemente , tanto por la política de exterminio puesta en practica por los conquistadores hasta el presente. durante este largo periodo, las características y el numero de población fueron modificados notablemente, tanto por la política de extermino puesta en practica por los conquistadores , como por el proceso de similacion por parte de las culturas criollas que se fue gestando lentamente con las mezclas de los aportes étnicos europeos, africanos y los específicamente aborígenes.

Para el momento del contacto el territorio venezolano estaba ocupado por centenares de grupos, familias y pueblos indígenas que se encontraban dispersos a lo largo y ancho del territorio nacional. Esos grupos, sin embargo, llevaban sus vidas de manera relativamente autónoma y no formaban parte, ni cultural ni políticamente, de una, de una unidad administrativa mayor. hoy en dia  , en cambio, los pueblos indígenas sobrevivientes forman parte de la Nación Venezolana y se encuentran agrupados en 36 familias ubicadas en las zonas fronterizas como los guajiros que pueblan por igual territorios Colombianos y Venezolanos o los yanomamis en territorios Venezolanos y Brasileños, en las selvas y sabanas del sur del Orinoco , en las tierras lejanas de los llanos occidentales , o en zonas excepcionales como las que ocupan los cariña en la Mesa de Guanipa . A pesar de la política de exterminio y del desdén criollo, la Venezuela actual muestra importantes huellas de quienes fueron sus habitantes originarios. La nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela , aprobada en 1.999 , establece una sección completamente dedicada a reconocer   los derechos de los pueblos indígenas , entre los que se incluyen el respeto a sus territorios ancestrales , sus lenguas y cultura , y su participación política.





Lo prehispánico en las fiestas tradicionales

Las fiestas religiosas de nuestro calendario popular contienen en su música, letras, instrumentos, coreografía, vestuario y sentido elementos indígenas. Las Turas y el Maremare ofrecen rasgos de claro origen prehispánico. Algunas músicas autóctonas merideñas, y de otras zonas criollas del país, como la de la Bajada de los Reyes en San Miguel de Boconó, son de origen precolombino, así como algunos elementos de nuestras danzas y bailes populares.

Deidades y héroes culturales prehispánicos sobreviven, transfigurados, en casi todas las expresiones dancísticas y creencias del pueblo venezolano. Tal es el caso de la fiesta del Espuntón o Parranda de los Caribes, en Caigua, Anzoátegui; el Baile del Mono, en Caicara de Maturín, Monagas, y el Espuntón de Pueblo Nuevo, Mérida. La fiesta de San Isidro Labrador, en nuestros Andes, es celebrada en vinculación directa con las labores agrícolas, así como la Bajada del Ches.

La Candelaria, fin del ciclo de Navidad, es celebrada en varios lugares del país y algunos de sus elementos tienen evidente connotación indígena, sobre todo en lo que se refiere a la reproducción coreográfica de labores agrícolas. Igual ocurre con la fiesta de San Benito, particularmente en las regiones andinas, y algunas de Locos y Locainas, en cuyo vestuario y adornos corporales se recuerdan posibles influencias indígenas, lo que parece reafirmarse con el porte de arcos y flechas. Principalmente en el oriente del país se montan diversiones en cuyos nombres y coreografía y en algunos de sus aditamentos, es indudable el aporte indígena. Han sido consagradas como diversiones orientales El Sebucán o Baile de Cintas, El Carite, El Chiriguare, El Pájaro Guarandol o El Baile de la Culebra. Y en La Victoria, estado Aragua, el Baile de La Llora, recuerda costumbres funerarias prehispánicas.





Lo indígena en nuestra habla

Una de las formas de permanencia del mundo indígena entre nosotros resulta casi imperceptible porque está en las palabras que usamos a diario. La nomenclatura geohistórica está llena de nombres indígenas. Desde términos puros, como Cumarebo, Paraguaná, Curimagua, Cumaná, Píritu, Aragua, Maracay, Mucuchíes, Mucuchachí, Guanape, Chejendé, hasta los resultantes de la mezcla indohispana, como Santa María de Ipire, Nueva Segovia de Barquisimeto, Santiago de León de Caracas o Espíritu Santo de Guanaguanare.

Lo mismo ocurre con la toponimia de árboles y vegetales, como la macanilla,





Vigencia de una arquitectura

Entre las más ricas expresiones de las culturas indígenas venezolanas se encuentra su arquitectura. En ella destacan dos vertientes: la arquitectura de agua y la de selva. A la primera, la de agua, corresponden las viviendas palafíticas que todavía se encuentran en las riberas del lago de Maracaibo y de la laguna de Sinamaica, territorios del pueblo wayúu, y en el Delta del Orinoco, hábitat del pueblo guarao. Según cuentan los cronistas, al contemplar por primera vez estas viviendas anfibias en el lago de Maracaibo, Américo Vespucio llamo al lugar Pequeña Venecia, de donde se supone derivó el nombre de Venezuela.

A la segunda, la arquitectura de selva, corresponde la churuata, una deslumbrante vivienda colectiva propia originalmente de los pueblos panare y piaroa, ubicados al sur del Orinoco. Con el transcurrir del tiempo, y con particular fuerza en las dos últimas décadas del siglo XX, la churuata es cada vez más apreciada por los venezolanos y su presencia se ha ido difundiendo a todo lo largo y ancho del país, ya como elemento atractivo en restaurantes y otros centros de esparcimiento, ya como espacio complementario en casas modernas e, incluso, con adaptaciones al confort contemporáneo como vivienda común y normal en zonas urbanas y rurales.

Tres elementos la han convertido en tan apreciado objeto. La belleza, armonía y perfección de sus formas coronada por una punta cónica en la que culmina el techo y destaca sobre la vivienda. La tranquilidad, bienestar y sosiego que genera la armazón de postes de maderas y círculos concéntricos interiores, sobre los que se colocan los delgados haces de palma que conforman la capa impermeable del techo.

Y, por último, algo muy valorado en los climas cálidos, su eficiente principio de ventilación que la hace una morada permanentemente fresca sin que importen los rigores del clima en su exterior.