martes, 20 de abril de 2021

La república de los próceres 1830 - 1862

 

Ocaso de Colombia

Desde 1826 jefes militares y representantes de las altas clases socioeconómicas se agrupan en torno de Páez. Reuniones van y vienen; el consenso se inclina por la reforma de la Constitución de Cúcuta y el rechazo al régimen monárquico propuesto por algunos. El sentimiento antibolivariano se manifiesta abiertamente, llegándose al extremo de desconocer la autoridad de Bolívar y de solicitar su expulsión del territorio venezolano.

A todas estas, la inestabilidad y la anarquía debilitan a Colombia. El Libertador no descansa en la búsqueda de soluciones. A fines del año 1829 convoca a un Congreso Constituyente para el 2 de enero de 1830, lo que reactiva la pugna entre federalistas y centralistas.

Páez, por su parte, inicia en Venezuela los preparativos para la reunión de un Congreso a instalarse el 30 de abril en Valencia. Se intenta resolver la compleja y difícil situación por vía pacífica mediante comisionados de Colombia y Venezuela. El encuentro se realiza en Cúcuta en abril de ese año. Hasta el día 21 el tiempo se agota entre desmentidos, aclaratorias y fallidas proposiciones. Queda en claro que la tendencia separatista de los venezolanos, militares y civiles, es incontenible. El Congreso ofrece en vano a Venezuela la Constitución aprobada el 29 de abril.

El 6 de mayo de 1830 se reúne el Congreso Constituyente de Venezuela con 33 diputados, en su mayoría adeptos a Páez, quien desde noviembre de 1829 ha estado encargado del Poder Ejecutivo. De inmediato es nombrado presidente interino de Venezuela y destacados civiles integran el Consejo de Gobierno.

Como objetivos prioritarios se plantean las relaciones con Nueva Granada y Quito, la definición de la situación de Bolívar y la organización jurídica de la república.

A estas alturas de los sucesos, la permanencia de Bolívar en el territorio de Nueva Granada traba el flujo de las transacciones pendientes.

La Constitución sancionada el 22 de septiembre adopta la forma centro-federal de gobierno y el principio de la separación de poderes. En su artículo 6 declara que el Gobierno de Venezuela es y será siempre republicano, popular, representativo, responsable y alternativo. Se establece el sufragio censitario –que limita el derecho a elegir y ser elegido sobre la base de condiciones económicas– de segundo grado para el presidente, vicepresidente, senadores, representantes y diputados provinciales.

Los gobernadores de provincia, nueve en total, son nombrados por el presidente de una terna presentada por las diputaciones provinciales. El período presidencial y de los congresantes se fija en cuatro años y en dos para el vicepresidente.

En 1830 se extinguen los sueños de unión americana y los héroes más auténticos del proceso independentista. El 4 de junio asesinan a Sucre en Berruecos y el 17 de diciembre muere Bolívar en Santa Marta.



Páez, el León de Payara

Nace en Curpa, estado Portuguesa, en 1790. Hombre de valentía extrema y fiereza terrible en combate, que se ganó el respeto de los rudos llaneros que hasta 1814 siguieron a José Tomás Boves. Sus huestes lo aclamaron como el taita de la guerra.

En 1810 es soldado de un escuadrón de caballería organizado por el dueño del hato donde era peón en Apure. Gana todos los grados militares en las múltiples acciones de guerra en las cuales participa, incluyendo el de general en jefe, que le es otorgado en reconocimiento a su desempeño táctico en la segunda batalla de Carabobo, el mismo día de este triunfo patriota (24 de junio de 1821).

Hasta 1863 es figura dominante en el escenario político nacional. En agosto de 1821 el Libertador lo nombra comandante general del distrito militar formado por el Departamento de Venezuela, que comprendía desde Caracas hasta Barquisimeto, Barinas y Apure. Después de los acontecimientos marcados por la conspiración de La Cosiata (1826) encabeza la separación de lo que hoy es Venezuela de la unión grancolombiana. Elegido presidente provisional de la República por el Congreso de Valencia en 1830, es ratificado para el período 1831-1835. Será presidente de nuevo entre 1839 y 1843.

Aunque no pierde algunos de sus rudos hábitos, se rodea de los hombres más cultos de su tiempo, los designa ministros o consejeros y trata de adquirir conocimientos y conductas que lo pongan a la altura de su figuración pública. Honra los valores patrios, declara los días 19 de abril y 5 de julio fiestas nacionales, y recomienda el traslado de los restos de Bolívar a Caracas.

En 1835 renueva sus glorias militares al salir en campaña para reponer en la Presidencia al doctor José María Vargas, quien había sido derrocado. Su poder declina en 1848, cuando se alza en armas contra el gobierno de José Tadeo Monagas. Derrotado, sale al destierro y regresa en 1858 llamado por el presidente Julián Castro para que se encargue del ejército y pacifique el país. No obtiene todos los poderes que exige, pero, tras una corta salida al exterior, el presidente Manuel Felipe Tovar lo nombra comandante general de todos los ejércitos nacionales. En septiembre de 1861, mediante un golpe de Estado, asume la dictadura. En junio de 1863, luego de la firma del Tratado de Coche que pone fin a la Guerra Federal, sale nuevamente al exilio. Se radica en Nueva York, Estados Unidos, donde muere en 1873

Lo que deja la guerra

Los venezolanos después de la guerra han cambiado en muchos aspectos. Gran parte de la población ha perecido, desde esclavos y peones hasta miembros de la clase dominante. Para estos últimos, aparte del hecho de haberse convertido en amos del poder, el balance es negativo: propiedades destruidas y mano de obra dispersa acostumbrada al pillaje.

La élite social se fortalece con los emigrados que regresan de las Antillas, en las que han acumulado capitales considerables; con algunos extranjeros que se integran al país después de haber participado en la contienda bélica, haciendo negocios o en el ejército y con militares en ascenso social y político.

La gente del pueblo, como todos los combatientes del ejército republicano, tiene derecho a sus haberes militares, premios que la república otorga a sus próceres y que consisten en una suma de dinero proporcional al grado militar o, en su defecto, bienes muebles e inmuebles, nacionales o de desafectos al régimen. La manera irregular de entregar los haberes solo beneficia a los militares de más alta jerarquía. Los vales que respaldan los haberes son vendidos a precios viles por los soldados. Estos, que en tiempo de paz se integran a la sociedad como jornaleros, sirvientes o peones, quedan discriminados de los derechos políticos de elegir y ser elegidos por la condición censitaria del reglamento de elecciones. Las ordenanzas de policía violentan varios derechos constitucionales. Para las sociedades indígenas se promulga un decreto de reparto de los resguardos –las tierras de propiedad comunal que tenían asignadas–, lo cual significa su exclusión geográfica.

Los esclavos, que también se han incorporado a la lucha independentista bajo el ofrecimiento de su libertad, no ven satisfechas sus aspiraciones. La representación soberana promulga en 1821 la ley de manumisión que hace libres a los hijos de los esclavos al cumplir 18 años, pero la Constitución de 1830 prolonga el período a 21 años. Los esclavos serán libres cuando los fondos de abolición sean suficientes para indemnizar a los amos.

Las aspiraciones de igualdad y libertad de los sectores populares no son satisfechas por el proyecto de nación que lideran las élites; el resentimiento social que de ello se origina justifica y sirve de pretexto para continuar en armas.

"El gran mal que tenemos aquí es la miseria"

La guerra ha destruido la base económica de las provincias de Venezuela a medida que cada una de ellas se convierte en escenario de la contienda. No se trata de una destrucción focal; también los factores que forman parte del proceso productivo sufren el cataclismo. Propietarios y mano de obra se ven afectados directa o indirectamente por él. La población es obligada a emigrar en masa ante la toma de ciudades y pueblos, por el temor a los saqueos, violaciones y matanzas indiscriminadas, en las que no se respetan ni los templos. Los caminos de Venezuela quedan sembrados de restos de poblaciones aterrorizadas en busca de lugares seguros para protegerse de los ejércitos y las gavillas fuera de control. El sitio de Angostura destruye la ciudad después de sufrimientos paradójicos: morir de sed frente al Orinoco y de hambre donde abunda el ganado y la pesca. Un efecto colateral de la guerra es la propagación de enfermedades por el desplazamiento incesante de ejércitos e inmigrantes. Enfermedades que antes se circunscribían a las orillas de los ríos, lagos y lugares húmedos, como la fiebre palúdica, se extienden por todo el país. Epidemias de malaria contribuyen a la desaparición de las ricas misiones del Caroní, junto con los impuestos al hato y a la producción agrícola.

Al final de la guerra, el general Pedro Briceño Méndez muestra el cuadro en pocas palabras: “... el gran mal que tenemos aquí es la miseria. No puede describirse el estado del país. Nadie tiene nada y poco ha faltado para que el hambre se haya convertido en peste”.



José María Vargas, el ensayo civil

En el proceso electoral de 1834 se evidencia en forma clara la pugna entre militarismo y civilismo expresada, entre otras cosas, por las aspiraciones de los jefes militares a detentar altos cargos en el gobierno republicano. En competencia con tres generales de la independencia –Santiago Mariño, Bartolomé Salom y Carlos Soublette–, José María Vargas, candidato de Páez e insigne civil que cuenta con el apoyo de los comerciantes, logra la Primera Magistratura. El 9 de febrero de 1835, el juramento de Vargas ante el Congreso da inicio a un accidentado y convulso período presidencial (1835-1838), marcado por la oposición militarista, la inestabilidad política y la intranquilidad pública. En el transcurso de estos años Vargas renuncia en dos oportunidades, es depuesto y desterrado a Saint Thomas por obra de la Revolución de las Reformas que estalla el 8 de julio de 1835, y recurre a Páez para el restablecimiento del orden constitucional. Solo permanece 14 meses en la Presidencia.

En la Revolución de las Reformas figuran ilustres guerreros fundadores y libertadores de la República, quienes reivindican la federación, el fuero militar como su privilegio y el ejercicio de los cargos públicos por los antiguos patriotas: Santiago Mariño, Diego Ibarra, Pedro Briceño Méndez, José Tadeo Monagas, Justo Briceño, Pedro Carujo. Mariño es el jefe superior de la conspiración que se extiende por las provincias orientales.

Una de sus consignas es establecer la República de Colombia y organizarla en estados federales.

Los reformistas son vencidos por Páez. Unos se someten al indulto de Pirital (3-11-35), otros son expulsados o encarcelados.

Vargas, partidario de castigar con severidad a los conspiradores, disiente de la indulgencia de Páez, lo que origina una crisis de gobierno. En reconocimiento “a los importantes servicios” de Páez en esta campaña, el Congreso decreta otorgarle una espada de oro. Los revoltosos ocupan en Caracas la sede de la Sociedad Económica Amigos del País, creada en 1826 con el objeto de contribuir al progreso. Las actividades de la Sociedad se paralizan.

Pese a tantos inconvenientes, en este lapso se aprueba el arreglo de la deuda grancolombiana, se sanciona la ley de azotes para los reos de hurto y robo, se crean las oficinas de registro público, la Dirección General de Instrucción, el impuesto sobre sueldos y se establece el Escudo de Armas de la República (1836).

Controlada la situación, tras la renuncia de Vargas, el Poder Ejecutivo es ejercido sucesivamente con carácter interino por Andrés Narvarte, vicepresidente; José María Carreño, del Consejo de Gobierno, y el general Carlos Soublette, a quien le toca enfrentar el nuevo levantamiento de Francisco Farfán, quien es derrotado por Páez en San Juan de Payara, estado Apure


De nuevo Páez

El prestigio que envuelve a José Antonio Páez a raíz de la Revolución de las Reformas es indiscutible; por consiguiente, arrasa en las elecciones de 1838.

El 1 de febrero de 1839 asume el Poder Ejecutivo y designa a sus secretarios: Diego Bautista Urbaneja, en Interior y Justicia; Rafael Urdaneta, en Guerra y Marina, y Guillermo Smith, en Hacienda y Relaciones Exteriores.

Uno de los hechos más trascendentes del segundo mandato de Páez es la escisión del sector dominante en dos partidos: Conservador y Liberal. En rigor, en el seno de los mismos existían diversas corrientes o facciones. El primero, compuesto por la burguesía comercial y los “canastilleros”, unida a grupos aristocráticos, se asocia con los que ejercen el poder, Ángel Quintero y Carlos Soublette, entre las figuras más importantes.

El segundo tiene como principales fundadores a Tomás Lander, Antonio Leocadio Guzmán, Blas Bruzual y Tomás José Sanabria; acoge en sus filas a miembros del gremio de los agricultores, representantes de la aristocracia criolla, exfuncionarios y escritores. En suma, a los descontentos con el gobierno, que adversan la autocracia, la influencia clerical, el militarismo y aspiran al poder.

El vocero del Partido Liberal es El Venezolano, periódico de circulación semanal redactado por Antonio Leocadio Guzmán. La consigna de “hombres nuevos, principio alternativo” se repetirá por todas partes y Guzmán se convertirá de hecho en el jefe indiscutible del partido. Las ideas liberales difundidas en lenguaje sencillo en hojas sueltas y diversos periódicos tienen amplia recepción en los grupos populares, en su mayoría analfabetos. Constituyen el esbozo de un proyecto de país diferente.

Durante la segunda administración de Páez se funda la Colonia Tovar, se establece el Banco Colonial Británico, continúa la política de caminos y el fomento de la instrucción pública.


Los restos de Bolívar

De distinta naturaleza, pero de mucho peso ideológico en la conciencia histórica venezolana, es la gestión diligente de Páez para el traslado a Caracas de los restos del Padre de la Patria. El reconocimiento de los grandes servicios de Simón Bolívar se expresa en el Decreto legislativo de 30 de abril de 1842 en respuesta a la solicitud del Primer Magistrado. La planificación de los actos de traslado, recibimiento y ceremonias incluye la fabricación de una carroza fúnebre, la construcción del monumento funerario, encomendada al escultor romano Pietro Tenerani, y la elaboración de una crónica del acontecimiento encargada a Fermín Toro, titulada Descripción de los honores fúnebres consagrados a los restos del Libertador Simón Bolívar. Toro, quien ya en 1832 en un discurso ante el Congreso abogaba por la repatriación de las cenizas de Bolívar, fue encargado por el Gobierno de presidir la comisión organizadora de las honras fúnebres realizadas en Caracas.



El Atlas de Codazzi y la Historia de Baralt

El debate político que ocupa a la sociedad venezolana del siglo XIX, no es obstáculo para que esclarecidas personalidades se dediquen a crear otras formas de conocimiento o de convivencia. En este período la nación inicia el rescate de las fuentes para el estudio de su gesta emancipadora. Se invita oficialmente a los protagonistas a escribir sus recuerdos y a facilitarlos a las personas encargadas de la conformación del conocimiento histórico. Asimismo, se inicia la reorganización de los archivos y registros de la propiedad, que habían sufrido destrucción con la guerra, y se redactan dos obras fundamentales para el conocimiento físico y espiritual de la nación.

El Resumen de la geografía de Venezuela de Agustín Codazzi constituye el inventario científico de la naturaleza y la población, mientras que con el Resumen de la historia de Venezuela, de Rafael María Baralt y Ramón Díaz, se pretende la visión de lo nacional, enlazar la independencia con la república sin caer en los excesos de la historia patria.

Tanto en las obras señaladas como en el Atlas de Venezuela de Codazzi participó como ilustrador Carmelo Fernández, un sobrino de Páez. Fernández formó parte de la Comisión que trasladó los restos de Bolívar a Caracas en 1842.


Vos, señor mandando
Durante el gobierno de la llamada oligarquía conservadora, la oposición liberal reclama el cumplimiento del principio alternativo. Desde las páginas de El Venezolano, Antonio Leocadio Guzmán se queja de la hegemonía paecista: “Páez mandando desde la batalla de Carabobo hasta este día. Con el sistema militar y con el civil, bajo la dictadura y por la Constitución, en la guerra como en la paz, vos mandando. Cumpliendo la ley o en armas contra la ley, con el poder de las bayonetas o bajo el imperio civil, en todos los años, en todos los días de esta República y de la otra República, vos, señor mandando. Al frente de este grande hecho veréis los principios, constantemente proclamados y repetidos, y más que ninguno el principio alternativo.”



Carlos Soublette, un administrador ponderado

Carlos Soublette (La Guaira, 1789-Caracas, 1870) estuvo activo militarmente durante toda la guerra de Independencia, fue secretario de Guerra y Marina de la Gran Colombia y de 1834 a 1837 fue negociador en Madrid del reconocimiento diplomático de Venezuela por España. En 1842 se convierte en el segundo guerrero ilustre que llega al poder. Hasta el momento ningún otro discurso de incorporación había sido tan optimista. Dice el presidente ante el Congreso: “Venezuela goza de perfecta paz y ha visto terminar el tercer período constitucional fecundo en sucesos favorables a la consolidación de las instituciones patrias, al desarrollo de la industria, al establecimiento del crédito público y a las relaciones de benévola amistad que la unen con casi todas las naciones”.

En gesto magnánimo, el Congreso decreta una amnistía para los insurrectos de 1830 a 1836 y el presidente solicita que sean rehabilitados todos los militares degradados durante el período. A partir de 1843 se rompe la armonía. Una crisis económica provocada por la caída de los precios de los productos de exportación: café, cacao y cueros, se inserta en la discusión política. Para paliar la crisis de la economía en 1845, el licenciado Francisco Aranda presenta un proyecto de Instituto de Crédito Territorial que es objetado por el Ejecutivo.

El Partido Liberal reclama medidas como la derogación de la Ley del 10 de abril de 1834. También los ataques personales a los hombres del régimen comienzan a degradar el liderazgo conservador. Es el tiempo de oro de las publicaciones satíricas y calumniosas. Coexisten en la misma imprenta el periódico doctrinario y el que ridiculiza y crea el clima de opinión subversiva. Las AvispasEl TrabucoEl Relámpago y otros órganos de prensa mantienen activa la agitación pública, que para fines de 1846 estalla en las provincias de Caracas, Barcelona y Carabobo. Bajo la dirección de Antonio Leocadio Guzmán estos pasquines desencadenan un verdadero terrorismo político.

Monagas, sinónimo de nepotismo y abusos

El caudillo militar José Tadeo Monagas (Maturín, 1784-Caracas, 1868) participa en la guerra de Independencia desde 1813 hasta 1821. En 1831 promueve la reconstitución de la Gran Colombia bajo la figura de una confederación en la cual se integraría el estado de oriente que pretendía crear con las provincias de Cumaná, Margarita y Guayana.

Un agitado ambiente político rodea el proceso eleccionario de 1846 que lo lleva a la Presidencia. Pronto se aparta de Páez, el gran elector del país y de los conservadores, quienes ante las arbitrariedades del régimen inician la oposición. Busca el apoyo liberal.

La denuncia de las infracciones y abusos cometidos por Monagas contra la Constitución y las leyes, formulada por la Diputación de Caracas ante la Cámara de Representantes en diciembre de 1847, precipita los acontecimientos del 24 de enero de 1848.

Ese día el Congreso intenta enjuiciar al presidente. Una turba arremete contra los legisladores, con saldo de muertos y heridos de gravedad, entre ellos Santos Michelena, quien fallece a los pocos días. Este suceso cercena la autonomía del Poder Legislativo y marca el inicio de un sistema de gobierno personalista detentado durante diez años por los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas.

El sometido Congreso se reúne el 25. Páez se rebela contra el gobierno, y derrotado, sufre pena de destierro y confiscación de bienes. Los liberales, enfrentados entre sí, se debilitan favoreciendo los planes de José Tadeo Monagas para promover a su hermano a la Primera Magistratura. La candidatura oficial se impone por mayoría en el Congreso y el 1 de febrero de 1851 José Gregorio asume el poder en medio de una conflictiva situación política y un precario cuadro económico. Una de sus primeras actuaciones revela lo que será un rasgo de su administración: gobernar con sus familiares y amigos orientales, sobre todo barceloneses. “El monaguismo es la suprema felicidad: con ese título viene la riqueza, vienen los empleos, vienen los honores. A ser monaguistas ¡venezolanos!”, ironiza un periódico de la época.

La familia gobernante, amigos y personas vinculadas al régimen acaparan las tierras nacionales, los contratos, practican tráfico de influencias y la corrupción administrativa. La desmoralización de la sociedad y el deterioro de la economía son factores de peso en el rechazo generalizado al gobierno. Dos medidas trascendentes se cuentan en su haber: la eliminación de la pena de muerte por delitos políticos y la abolición de la esclavitud decretada el 24 de marzo de 1854. La reelección de José Tadeo (1855) y la promulgación de una nueva constitución, la cual extiende el período presidencial a seis años, son signos que alertan sobre el nepotismo y autoritarismo del grupo gobernante y animan el descontento. Una concentración de fuerzas políticas entonces llamada “Fusión”, comandada por Julián Castro, recurre a la revolución, obligando a Monagas a renunciar a la presidencia.

Entre sombras y luces

El descontento contra el gobierno de José Tadeo Monagas, radicalizado en la Revolución de Marzo de 1858, coloca en el primer plano del escenario político-militar a un discutido personaje, el gobernador de Carabobo, Julián Castro, a la cabeza de un movimiento, la “Fusión”, que reúne a liberales y conservadores.

El derrocamiento de los Monagas crea además un conflicto de orden internacional relativo al asilo que el encargado de negocios de Francia concede a Monagas y su familia. El Protocolo Urrutia, documento suscrito por el canciller Wenceslao Urrutia como garantía gubernamental, le presta legalidad al asilo; firmado con representantes del cuerpo diplomático, es interpretado como una intromisión extranjera en la política nacional.

La “Fusión” comienza a resquebrajarse en virtud de la tendencia a perdonar a los derrocados. El gobierno encarcela a José Gregorio Monagas, quien muere en el Castillo de San Carlos, en Maracaibo. Los liberales comienzan a dejar el gobierno y a conspirar. Los comprometidos son expulsados, Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora y otros.

En medio de estas contradicciones se reúne la Convención de Valencia el 5 de julio. Entre los 103 diputados predominan conservadores. El tribuno por excelencia, Fermín Toro, preside la asamblea. De los pocos liberales que concurren destacan Estanislao Rendón y José Silverio González, hombres del federalismo.

En la agenda de la Convención figura naturalmente la legitimación del mandato de Castro, quien es nombrado jefe provisional del Estado.

Se dedican a solucionar el problema del Protocolo Urrutia.

El 22 de julio una comisión presidida por Pedro Gual presenta las bases del proyecto constitucional que se promulga el 31 de diciembre.

La carta constitucional es centro-federal; se reconocen las autonomías provinciales; se incluye el sufragio directo y secreto para elegir presidente, vicepresidente, diputados al Congreso y gobernadores de las provincias, y se reafirma la abolición de la esclavitud.

Para Valentín Espinal, Pedro Gual y Fermín Toro, la Constitución no tendrá vigencia si no se atienden otras bases, como instrucción, moralidad en las costumbres, amor al trabajo y hábitos de economía.

La reacción ante la nueva Constitución no se hace esperar, Juan Crisóstomo Falcón, jefe de los revolucionarios establecidos en las Antillas, señala: “La cuestión no es que las leyes que hagáis sean buenas o malas: la cuestión es que el derecho de hacerlas no es vuestro sino de la mayoría”.

Ventajas de la esclavitud

El consejero de Brasil Miguel María Lisboa, quien vivió en Caracas en dos oportunidades, durante el gobierno de Carlos Soublette y luego durante el de José Tadeo Monagas, al observar una fiesta en casa de una familia de clase alta reafirma su convicción acerca del carácter bondadoso de los “habitantes del Nuevo Mundo”. Describe: “En medio de tanta elegancia y tanto lujo [...] los criados y esclavos de ambos sexos vestidos aseadamente, los que acompañan a las señoras al baile y, bien entendido, sin mezclarse con las bailarinas, toman el más vivo interés en la diversión, observan y siguen los movimientos de sus jóvenes señoras; no es raro verlos por los rincones aprovechando la música de los valses y polkas, entregándose con ardor al ejercicio del baile...”.

La escena es, según Lisboa, una prueba de que la esclavitud tiene en América algunas ventajas que los abolicionistas no reconocen.







martes, 13 de abril de 2021

Formación de la República 1812 - 1821

 

                      

                                                     
 La república en aprietos


Después del arresto de Miranda (31 de julio de 1812), el comandante de La Guaira, Manuel María de las Casas, entrega a los agentes de Monteverde la plaza con todos los jefes y oficiales patriotas que pretendían evacuarla. Bolívar, gracias a la intervención del español Francisco Iturbe, obtiene pasaporte del jefe realista. El 17 de agosto viaja a Curazao y desde allí marcha hacia la Nueva Granada.

En Cartagena de Indias los republicanos están enfrentados en una guerra civil. Tal situación afecta el ánimo de Bolívar, quien junto a otros oficiales venezolanos ofrece sus servicios al gobierno de Nueva Granada.

El 15 de diciembre Bolívar dirige al Congreso una Memoria conocida como Manifiesto de Cartagena. En este documento expone las causas del desastre y plantea la necesidad de unión entre venezolanos y neogranadinos para combatir al enemigo común.

El Manifiesto de Cartagena ha sido considerado la muestra más evidente del antifederalismo militante de Bolívar, quien pensaba que lo que más había debilitado al gobierno era su forma federativa. El sistema federal dice, es “el más perfecto y más capaz de proporcionar la felicidad humana en sociedad; es, no obstante, el más opuesto a los intereses de nuestros nacientes estados”. En su opinión, el mayor error cometido por Venezuela fue la tolerancia que empleó con los realistas de Coro, del cual derivó la impunidad de los delitos. De modo que “tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados”; como consecuencia,“a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar”.

Como otra causa de la caída de la República de Venezuela, anota la oposición al establecimiento de un cuerpo militar disciplinado. A esto se añaden la rivalidad de las ciudades contra Caracas, que conduce a la insurrección de Valencia, y el terremoto del 26 de marzo de 1812, acompañado del fanatismo religioso que trastorna “tanto lo físico como lo moral”. Como factores económicos adversos señala la disipación de las rentas públicas en frivolidades y en sueldos, lo que obliga a recurrir al papel moneda, que provoca gran descontento entre los comerciantes y la población en general.

Bolívar aconseja a la Nueva Granada evitar los escollos que han destrozado a Venezuela y advierte que para su seguridad es indispensable la reconquista de Caracas.


Campañas de Oriente y Occidente


La reacción de los republicanos contra el poder real, representado por Monteverde, se inicia en el oriente del país con la toma de Güiria el 13 de enero de 1813 por Santiago Mariño. De aquí pasa a Chacachacare, islote entre Trinidad y Paria, donde reúne a un grupo de 45 emigrados. Resuelven expedicionar sobre Venezuela dispuestos a acabar con el dominio español. A tal efecto, el 11 de enero Mariño es designado Jefe Supremo con plenitud de facultades.

En la empresa libertadora participan José Francisco y Bernardo Bermúdez, Manuel Piar, José Francisco Azcue, el marino extranjero Juan Bautista Bideau y Agustín Armario. La toma de Punta de Piedra e Irapa los anima a completar la liberación de la provincia de Cumaná y a proseguir con la de Barcelona y Margarita. Mientras tanto los margariteños, al mando de José Rafael Guevara, logran la deposición y muerte del déspota Pascual Martínez, y reconocen como jefe a Juan Bautista Arismendi.

Las derrotas sufridas por sus lugartenientes, Francisco Javier Cervériz, Antonio Zuazola y Lorenzo de la Hoz, obligan a Monteverde a colocarse al frente de las operaciones militares. Derrotado el 25 de mayo en Maturín, el jefe canario regresa a Caracas.

En el otro extremo del país, desde la Nueva Granada, Simón Bolívar emprende la reconquista del Occidente, en la llamada Campaña Admirable. El 14 de mayo, con 500 hombres, invade por San Antonio del Táchira y en un recorrido fulgurante, el 7 de agosto, en medio de aclamaciones entra a Caracas.

Acompañan a Bolívar 600 neogranadinos, entre los que se cuentan Atanasio Girardot, Antonio Ricaurte y Luciano D’Elhuyar. Junto a ellos cabe destacar a Rafael Urdaneta, José Félix Ribas, el español Vicente Campo Elías y Rafael María Rivas Dávila, incorporados al ejército a su paso por Mérida.

En Trujillo, el 15 de junio, Bolívar publica el más controversial de sus decretos, el de Guerra a Muerte, justificado como represalia con el objetivo de deslindar los bandos en pugna: de un lado españoles y canarios, y de otro los americanos. En Caracas, Bolívar restablece el gobierno republicano. Consulta con los hombres de “saber y patriotismo” la forma transitoria de gobierno que conviene adoptar. Con esto trata de legitimar el nuevo poder republicano, asimilándolo a la dictadura comisoria de Miranda.

La autoridad de Bolívar se limita a Caracas y los valles de Aragua; el resto del país continúa en manos de los realistas y las guerrillas aparecen por doquier. El 14 de octubre la Municipalidad de Caracas lo designa capitán general de los Ejércitos y le otorga el título de Libertador de Venezuela.


                                     Guerra a Muerte


Desde agosto de 1813 el Libertador ejerce el gobierno absoluto. Dirige con éxito las batallas de Tierritas Blancas en Barquisimeto, y Araure en el actual estado Portuguesa.

Al finalizar el año, se combate en centroccidente y sur de Caracas, en los llanos de Calabozo, en los valles del Tuy y en las provincias orientales. José Tomás Boves, una pesadilla surgida en los Llanos, se abate sobre la república, capitaliza el resentimiento social de negros y pardos, y junto a ellos aniquila la causa republicana.

En palabras de Augusto Mijares, durante ese año: “Se peleaba dondequiera que patriotas y realistas se encontraban, sin considerar el número ni la situación en que se hallaran”. Es una guerra sin cuartel que diezma a la población en general, militares y civiles, mujeres, niños y ancianos.

Pardos y negros libran su propia lucha, unos por la igualdad y otros por su libertad. Es un deslinde social expresado también como guerra racial, cuyos nocivos efectos temen tanto republicanos como monárquicos.

El año 1814 comienza con el reconocimiento de Bolívar como la suprema autoridad en una asamblea reunida en el templo de San Francisco de Caracas. Ante el avance de Boves, Bolívar ordena el pase por las armas de 800 españoles y canarios presos en La Guaira y la evacuación de Caracas hacia oriente; lo siguen unas 20.000 personas por las selvas de Barlovento y los desiertos de Unare y Píritu, perseguidos por la vanguardia realista.

Al finalizar el año, los realistas han sufrido la muerte de Boves, los republicanos las de Francisco Espejo, Antonio Nicolás Briceño, Miguel José Sanz, José Félix Ribas, Antonio Muñoz Tébar y el conde de Tovar; y ambos bandos han perdido soldados de todos los sectores, jóvenes universitarios, seminaristas, mujeres, niños, ancianos. La situación económica empeora gravemente.






Boves, el terror


El 11 de julio de 1814 las tropas de José Tomás Boves toman la ciudad de Valencia. Se dedican a saquear mientras su jefe convoca a las damas a una fiesta nocturna y se divierte haciéndolas danzar al ritmo de su látigo. Desconoce su juramento de respetar la vida de los rendidos y ordena y deja cometer toda clase de crímenes.La matanza dura varias noches. En Caracas, Bolívar hace esfuerzos infructuosos por detener al ejército de Boves que se aproxima a la ciudad. Ante el inminente peligro, se organiza la Emigración a Oriente. 20.000 personas salen de la ciudad resguardadas por un ejército de 1.200 hombres al mando de Bolívar, quien decía que Boves no se había criado “con delicada leche de mujer, sino con la sangre de tigres y furias del averno”.


De nuevo los realistas en el poder


Después de la pérdida de la Segunda República se instaura de nuevo el poder realista en todo el país, con excepción de la isla de Margarita. Al mismo tiempo, el restablecimiento del absolutismo en España, en mayo de 1814, determina una nueva política hacia América y crea las bases para la “pacificación” y reposición del orden colonial. Se inicia la “ocupación militar extranjera” con la presencia de unos 15.000 hombres al mando del “Pacificador” Pablo Morillo, expedición que el oidor Francisco Heredia considera: “el último esfuerzo de los comerciantes de Cádiz” en pro del monopolio comercial. A principios de abril de 1815 Morillo llega a la costa oriental; el 7 entra a Margarita. Sus instrucciones son: ocupar la isla, otorgar un indulto, restaurar la Real Audiencia, sacar hacia la Nueva Granada a los jefes y soldados que hayan hecho la guerra en Venezuela, exigir empréstitos, y auxiliar a los comerciantes y hacendados. En Margarita el gobierno está a cargo de Juan Bautista Arismendi, quien se acoge al indulto. Morillo nombra gobernador y marcha a Cumaná y Caracas; llega el 11 de marzo y procede a organizar el gobierno: Consejo de Guerra permanente para las infidencias; Tribunal de Apelaciones en reemplazo de la Audiencia para asuntos civiles; Junta Superior de Secuestros, que se apodera de los bienes de los republicanos, con un valor aproximado de 25 millones de pesos. Asimismo, impone exacciones y empréstitos para sostener las tropas y dotar la expedición a Nueva Granada. Las medidas de Morillo relativas a prohibir a sus oficiales contraer matrimonio con criollas y restringir la venta de pan de trigo a quienes no fueran miembros de la expedición, disgustan por igual a peninsulares y criollos, realistas y republicanos.

En virtud de la gestión de Morillo y el rechazo causado por algunas de sus medidas, el ejército realista en Venezuela pierde su carácter popular y pasa a ser predominantemente peninsular. Las tropas que habían seguido a Boves y Morales comienzan a pasarse al lado republicano.





Bolívar proyecta el futuro

El 7 de septiembre de 1814 Bolívar sale de Venezuela rumbo a la Nueva Granada, donde encuentra resentimiento, oposición y dificultades diversas que entorpecen su acción político-militar. Por estas razones, a mediados de abril de 1815 decide refugiarse en Jamaica, donde prosigue su actividad en favor de la independencia mediante artículos de prensa y textos sobre la realidad americana. El más notable es la Carta de Jamaica, fechada en Kingston el 6 de septiembre de 1815.

En este documento hace referencia a las barbaridades cometidas por los españoles en América, revisa el estado de las colonias hispanas, y concluye que en Venezuela una cuarta parte de su población ha desaparecido por el terremoto y la guerra.

No deja de lado la situación económica y política bajo el régimen colonial; sintetiza el análisis de la sociedad en la frase “somos un pequeño género humano”, con características definidas. Pasa luego a fundamentar el derecho a la revolución en la propia legislación española y como una derivación de los sucesos de Bayona y subsiguientes hechos de España.

Expone sus ideas sobre el sistema de gobierno más conveniente para los Estados americanos; reitera su rechazo al sistema federal “por ser demasiado perfecto” para estos pueblos que requieren “gobiernos paternales”, además presenta sus reflexiones acerca de la suerte futura de América, aspecto que por sus precisiones ha sido calificado de profético.

Por último, resalta la necesidad de la unión entre los pueblos americanos para expulsar a los españoles y fundar un gobierno libre.

En Jamaica, Bolívar resulta ileso en un atentado ordenado desde Cartagena por Morillo. Luego del incidente, el Libertador proyecta ir en auxilio de Cartagena. Con tal fin sale el 18 de diciembre; en alta mar conoce por el buque corsario El Republicano la rendición de Cartagena al cabo del terrible asedio de 106 días. Entonces se dirige a Haití.


Expedición de Los Cayos


Además de Bolívar, llegan a Haití los escapados de Cartagena, enfermos, agotados por el hambre y la sed. El Libertador se dedica a “organizarlos tanto políticamente como militarmente”. Invita a cooperar al canónigo José Cortés de Madariaga y a Juan Germán Roscio. Para sus planes solicita y obtiene ayuda del presidente de Haití, Alejandro Petión, y del armador curazoleño Luis Brión.

En Asamblea de venezolanos y neogranadinos, reunida a fines de enero en Los Cayos de San Luis, Bolívar es proclamado jefe supremo y capitán general de los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada. Días después sale la expedición; lo acompañan Carlos Soublette, Manuel Carlos Piar, Gregorio MacGregor, Pedro Briceño Méndez, Santiago Mariño, Luis Brión y Francisco Antonio Zea.

Zarpan el 31 de marzo de 1816 rumbo a Margarita. El 1 de mayo recalan en Los Frailes. Al siguiente día apresan dos naves realistas que asedian la isla. El 3 entran en Juan Griego. El 6 en Asamblea realizada en la iglesia de Villa del Norte, Bolívar y Mariño son reconocidos como jefe supremo y segundo respectivamente. Bolívar se traslada a tierra firme, toma Carúpano, sigue al centro y el 6 de julio ocupa Ocumare. En dichas poblaciones ofrece la libertad a los esclavos y los invita a incorporarse a las filas republicanas.


Nuevamente en Haití


Bolívar regresa a Haití luego de varios encuentros armados con los realistas, fracasos y diferencias de criterios con algunos jefes patriotas por el desarrollo de la campaña. En Puerto Príncipe inicia los preparativos para una nueva expedición, mientras en Venezuela algunos republicanos deciden invitarlo a regresar. Así lo hace. El 28 de diciembre de 1816 llega a Juan Griego y el 31 arriba a Barcelona, donde establece su cuartel general. La campaña de ese año, dirigida por Bolívar, tiene a su favor el respaldo de los margariteños capitaneados por Juan Bautista Arismendi; y como factores adversos la escasa experiencia de los expedicionarios frente a la veteranía de la infantería realista y la actitud engañosa de los corsarios.

En el ínterin, la guerra prosigue en las provincias de Guayana, Barcelona y los llanos de Caracas, bajo la conducción de José Tadeo Monagas y Pedro Zaraza. En rigor, se trata de escaramuzas guerrilleras con el fin de desgastar a las fuerzas realistas y mantener activa en los republicanos la meta de la libertad. En Cumaná y las llanuras entre Maturín y el Orinoco operan otros grupos al mando de los coroneles Jesús Barreto y Andrés Rojas. Por su parte, el escocés Gregorio MacGregor lleva a cabo exitosas acciones en el área de Barcelona.


Milicia de morenos


En octubre de 1817 el general realista Pablo Morillo solicita consejo a la Real Audiencia sobre la formación de dos batallones de milicias de morenos con 2.000 esclavos, a quienes se les otorgaría en premio la libertad. En su argumentación, Morillo afirma que esos hombres “robustos, acostumbrados al trabajo, frugalidad y fatiga, aclimatados y sufridos en el cansancio y la intemperie”, pueden ser tan útiles al servicio de las armas del Rey como lo han sido a los ejércitos republicanos. A pesar de las ventajas que apunta Morillo, la Audiencia reprueba el plan. Alega que los esclavos armados pueden sublevarse con mayor facilidad y otros que no estuvieran en las milicias movidos por la idea de libertad se fugarían de las haciendas. En ambos casos los hacendados pierden, pues se quedarían sin los brazos para el cultivo de las tierras, lo cual ocasionaría su ruina y, por tanto, mayor descontento entre los propietarios. Los temores de la Audiencia eran compartidos por los patriotas, quienes alistaron esclavos en sus filas de manera muy discreta y solo a partir de 1816.


Otro escenario para la guerra


En 1814 se libraron 73 acciones bélicas. Los republicanos triunfaron en las batallas de La Victoria, San Mateo, Carabobo, Bocachica. A favor de los realistas se inclinó la fortuna en La Puerta, Ocumare del Tuy, Valencia y Urica.

El triunfo en la batalla de El Juncal congrega alrededor de Manuel Carlos Piar a las guerrillas de Pedro Zaraza y José Tadeo Monagas. Ellos acuerdan reconocer el liderazgo de Bolívar e invitarlo a unírseles. Mariño y Bermúdez reconocen también su autoridad suprema.

Piar se une a Cedeño, quien durante 1816 había acosado a los españoles de Angostura. Piar y Bolívar deciden sitiar la ciudad. El plan de Piar consiste en apoderarse de las misiones del Caroní. El 4 de abril de 1817, triunfa sobre los realistas comandados por Miguel de la Torre en la batalla de San Félix. Con esta acción los republicanos se adueñan del corazón del emporio económico guayanés: las misiones del Caroní.

El almirante Luis Brión despeja el Orinoco de enemigos. Estas acciones proporcionan 14 buques mayores y menores, fusiles, municiones y 60.000 pesos en plata y oro.

La estrategia orinoquense, desplegada lejos del bloqueo sostenido por los españoles en el Caribe, permite la comunicación con el exterior vía el Delta, con las provincias de Cumaná y Barcelona, y a través de los llanos con la Nueva Granada.

En Guayana no solo se escenifican acciones bélicas; allí se manifiestan actividades administrativas destinadas a dar piso real a la República. En octubre se reúne un consejo de Estado presidido por Luis Brión y Francisco Antonio Zea, y se funda un órgano divulgativo titulado Correo del Orinoco. La República comienza a perfilarse en Angostura.

La desconfianza y la rivalidad, actitudes que han minado las acciones de los republicanos desde el inicio de la guerra, conducen al fusilamiento del libertador de Guayana, héroe de El Juncal y San Félix, Manuel Piar, el 16 de octubre de 1817, acusado de “instigar la guerra de colores, de insubordinación a la autoridad suprema, de conspirador contra el orden y tranquilidad pública, de sedicioso y últimamente de desertor”.


La república en Angostura


Dueños del territorio de Guayana, los republicanos organizan el gobierno en Angostura, la capital provisional de Venezuela. El Congreso de Angostura proporciona a la república la institucionalidad que ha reposado en los ejércitos personales. Sin disponer de registros de población, pues los emigrantes realistas se los llevaron consigo, se resuelve que las elecciones se hagan en los territorios libres y en las divisiones del ejército. En Angostura se reúnen a la convocatoria del Congreso ilustres republicanos: Fernando Peñalver, Martín Tovar Ponte, Francisco Javier Yanes, Juan Germán Roscio, José Luis Ramos, Diego Bautista Urbaneja, Manuel Palacio Fajardo, y los neogranadinos Francisco Antonio Zea y Francisco de Paula Santander.

El Congreso se instala el 15 de febrero de 1819. Bolívar pronuncia el discurso inaugural, expone sus ideas sobre gobierno republicano, soberanía del pueblo, igualdad, división de poderes, libertad civil, proscripción de la esclavitud y de los privilegios. Propone al Congreso un proyecto de Constitución: Poder Ejecutivo representado por un presidente vitalicio, con las características del soberano inglés, que no es personalmente responsable; solo lo son los ministros. Legislativo de dos cámaras: Senado vitalicio y hereditario y representantes de elección popular. Poder Judicial independiente. Los jueces solo pueden ser removidos por acusación formal.

Otra novedad del proyecto es el Poder Moral, a imitación del Areópago ateniense, censores y tribunales romanos e instituciones espartanas. Su objetivo, la educación de la infancia, la instrucción pública y el cumplimiento de las leyes, el reconocimiento a la virtud y la persecución del vicio.

Aun tratándose de un guerrero en pleno éxito y fama, el Congreso rechaza varias de las proposiciones de Bolívar; solo acepta el centralismo y la creación de la República de Colombia.

En Guayana se consolida el ejército republicano, fortalecido por guerreros extranjeros que integran la Legión Británica.


Tratado entre pares


En España, una revolución liberal encabezada por Antonio Quiroga y Rafael del Riego presiona a Fernando VII sobre la necesidad de poner en vigencia la Constitución de 1812 y negociar con los insurgentes americanos. Pablo Morillo sufre derrotas importantes en Venezuela y Nueva Granada, mientras el ejército patriota toma la ofensiva.

El 6 de junio de 1820, el gobierno monárquico envía instrucciones a Morillo para que arbitre los medios de lograr una reconciliación con los jefes republicanos. El jefe realista escribe a Bolívar y a sus tenientes para anunciarles la suspensión de hostilidades por parte de su ejército. Los jefes supremos nombran comisionados para negociar un armisticio. Representan a Bolívar los plenipotenciarios Pedro Briceño Méndez, José Gabriel Pérez y Antonio José de Sucre; a Morillo, Juan Rodríguez del Toro, Ramón Correa y Francisco González Linares. Los españoles reconocen a los venezolanos como sus iguales. Las negociaciones son de gobierno a gobierno.

El 25 de noviembre se firma el tratado de armisticio, que comprende la suspensión de todas las hostilidades de mar y tierra por el plazo de seis meses. Las tropas permanecerán en los lugares que ocupan.

El 26 de noviembre se firma el Tratado sobre la Regularización de la Guerra, ajustado al “derecho de gentes” y a las prácticas liberales de las naciones civilizadas.

Esto se expresa en el respeto a los prisioneros de guerra, restitución de los heridos de guerra a sus banderas, canjes de prisioneros clase por clase y grado por grado. Se suspende la pena de muerte para desertores, conspiradores y desafectos. Los vecinos serán respetados independientemente de sus ideas. Por último, los cadáveres de los combatientes serán sepultados con honores o cremados, según las circunstancias. Para firmar los acuerdos, ambos jefes se encuentran el 27 de noviembre en Santa Ana de Trujillo.

El Tratado pone fin a la Guerra a Muerte. De él dice Bolívar que es “digno del alma de Sucre”.


A la historia por la pintura


Buena parte de las imágenes visuales que nos hemos hecho de la historia de Venezuela en los períodos previos a la aparición de la fotografía, se la debemos al arte y los oficios de pintores y dibujantes que se dedicaron a registrar con esmero todo lo que veían. Ya fueran paisajes naturales, estampas de la vida cotidiana, retratos de personajes notables o escenas de sucesos históricos, la memoria visual de aquellos tiempos subsiste hoy gracias al trabajo de estos creadores expresado en lienzos, óleos, acuarelas, carboncillos y papel.

Entre el conjunto de estos registros, destacan por su prolijidad las escenas de guerra realizadas como una épica celebratoria de la gesta que hizo posible la creación de la república. A este género corresponde el cuadro Captura de flecheras españolas por el general Páez, obra con la que se quiso resaltar la proeza mediante la cual los centauros al mando del prócer llanero lograron capturar 14 embarcaciones españolas que luego serían utilizadas por los patriotas para atravesar el río Apure.

La acción (1819), junto a otras operaciones tácticas como aquella del "Vuelvan caras", forma parte de la leyenda que se tejió en torno a la genialidad militar del general Páez para conseguir y ejecutar movilizaciones sorpresivas que desconcertaban al enemigo y le asestaban fuertes derrotas.

Existen varias pinturas que recrean esta hazaña. La primera de ellas es atribuida al destacado pintor Carmelo Fernández. Posteriormente se reconocen otras firmadas por Ramón Páez, Manuel Cruz y Arturo Michelena. La versión que acompaña este texto tiene la particularidad de haber sido realizada por Ramón Páez, hijo del héroe apureño. Un trabajo de acuarela y creyón sobre papel.


viernes, 16 de enero de 2015

Guerra civil venezolana de 1848-1849





La Guerra civil de 1848-1849


Fue un conflicto armado en Venezuela que enfrentó a los conservadores dirigidos por José Antonio Páezcontra el recién instaurado gobierno liberal de José Tadeo Monagas.

Los antecedentes del conflicto se remontan a la Insurrección Campesina de 1846, luego de ser derrotado este movimiento popular dirigido por el Partido Liberal José Tadeo monagas es elegido como candidato presidencial por el partido conservador como figura que pueda lograr la reconciliación entre ambos bandos.
Monagas triunfa en las elecciones y asume la presidencia de la república. Páez y los conservadores intentan controlarlo pero este pronto se distancia de los conservadores y se acerca a los liberales. El congreso (dominado por el partido conservador) intenta enjuiciar a Monagas bajo cargos de violación constitucional pero esta tentativa fracasa tras ser asaltado el congreso por una muchedumbre liberal y acallado.
Páez se alza en armas el 4 de febrero de 1848 en Calabozo, con una proclama donde se designa jefe de operaciones de los ejércitos para reinstaurar el orden constitucional, seguidamente se traslada al Apure en donde toma San Fernando de Apure. Monagas destaca contra él al general Santiago Mariño quien envía una columna contra Páez que lo derrotan el 10 de marzo en la Batalla de Los Araguatos, tras lo cual Páez sale del país.
Mientras tanto los combates se concentran en el occidente del país, en Coro y Zulia. Páez invade desde La Vela de Coro en 1849 y penetra hasta Cojedes pero al ser derrotada su retaguardia en Casupo capitula en Macapo Abajo ante el general José Laurencio Silva.
Con la captura del principal líder de la rebelión conservadora el movimiento pierde fuerzas y termina casi en su totalidad con la toma de Maracaibo por las tropas liberales. Con la derrota de la reacción conservadora se consolida la Primera Autocracia Liberal que duraría hasta la Revolución de 1859.