martes, 13 de abril de 2021

Formación de la República 1812 - 1821

 

                      

                                                     
 La república en aprietos


Después del arresto de Miranda (31 de julio de 1812), el comandante de La Guaira, Manuel María de las Casas, entrega a los agentes de Monteverde la plaza con todos los jefes y oficiales patriotas que pretendían evacuarla. Bolívar, gracias a la intervención del español Francisco Iturbe, obtiene pasaporte del jefe realista. El 17 de agosto viaja a Curazao y desde allí marcha hacia la Nueva Granada.

En Cartagena de Indias los republicanos están enfrentados en una guerra civil. Tal situación afecta el ánimo de Bolívar, quien junto a otros oficiales venezolanos ofrece sus servicios al gobierno de Nueva Granada.

El 15 de diciembre Bolívar dirige al Congreso una Memoria conocida como Manifiesto de Cartagena. En este documento expone las causas del desastre y plantea la necesidad de unión entre venezolanos y neogranadinos para combatir al enemigo común.

El Manifiesto de Cartagena ha sido considerado la muestra más evidente del antifederalismo militante de Bolívar, quien pensaba que lo que más había debilitado al gobierno era su forma federativa. El sistema federal dice, es “el más perfecto y más capaz de proporcionar la felicidad humana en sociedad; es, no obstante, el más opuesto a los intereses de nuestros nacientes estados”. En su opinión, el mayor error cometido por Venezuela fue la tolerancia que empleó con los realistas de Coro, del cual derivó la impunidad de los delitos. De modo que “tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados”; como consecuencia,“a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar”.

Como otra causa de la caída de la República de Venezuela, anota la oposición al establecimiento de un cuerpo militar disciplinado. A esto se añaden la rivalidad de las ciudades contra Caracas, que conduce a la insurrección de Valencia, y el terremoto del 26 de marzo de 1812, acompañado del fanatismo religioso que trastorna “tanto lo físico como lo moral”. Como factores económicos adversos señala la disipación de las rentas públicas en frivolidades y en sueldos, lo que obliga a recurrir al papel moneda, que provoca gran descontento entre los comerciantes y la población en general.

Bolívar aconseja a la Nueva Granada evitar los escollos que han destrozado a Venezuela y advierte que para su seguridad es indispensable la reconquista de Caracas.


Campañas de Oriente y Occidente


La reacción de los republicanos contra el poder real, representado por Monteverde, se inicia en el oriente del país con la toma de Güiria el 13 de enero de 1813 por Santiago Mariño. De aquí pasa a Chacachacare, islote entre Trinidad y Paria, donde reúne a un grupo de 45 emigrados. Resuelven expedicionar sobre Venezuela dispuestos a acabar con el dominio español. A tal efecto, el 11 de enero Mariño es designado Jefe Supremo con plenitud de facultades.

En la empresa libertadora participan José Francisco y Bernardo Bermúdez, Manuel Piar, José Francisco Azcue, el marino extranjero Juan Bautista Bideau y Agustín Armario. La toma de Punta de Piedra e Irapa los anima a completar la liberación de la provincia de Cumaná y a proseguir con la de Barcelona y Margarita. Mientras tanto los margariteños, al mando de José Rafael Guevara, logran la deposición y muerte del déspota Pascual Martínez, y reconocen como jefe a Juan Bautista Arismendi.

Las derrotas sufridas por sus lugartenientes, Francisco Javier Cervériz, Antonio Zuazola y Lorenzo de la Hoz, obligan a Monteverde a colocarse al frente de las operaciones militares. Derrotado el 25 de mayo en Maturín, el jefe canario regresa a Caracas.

En el otro extremo del país, desde la Nueva Granada, Simón Bolívar emprende la reconquista del Occidente, en la llamada Campaña Admirable. El 14 de mayo, con 500 hombres, invade por San Antonio del Táchira y en un recorrido fulgurante, el 7 de agosto, en medio de aclamaciones entra a Caracas.

Acompañan a Bolívar 600 neogranadinos, entre los que se cuentan Atanasio Girardot, Antonio Ricaurte y Luciano D’Elhuyar. Junto a ellos cabe destacar a Rafael Urdaneta, José Félix Ribas, el español Vicente Campo Elías y Rafael María Rivas Dávila, incorporados al ejército a su paso por Mérida.

En Trujillo, el 15 de junio, Bolívar publica el más controversial de sus decretos, el de Guerra a Muerte, justificado como represalia con el objetivo de deslindar los bandos en pugna: de un lado españoles y canarios, y de otro los americanos. En Caracas, Bolívar restablece el gobierno republicano. Consulta con los hombres de “saber y patriotismo” la forma transitoria de gobierno que conviene adoptar. Con esto trata de legitimar el nuevo poder republicano, asimilándolo a la dictadura comisoria de Miranda.

La autoridad de Bolívar se limita a Caracas y los valles de Aragua; el resto del país continúa en manos de los realistas y las guerrillas aparecen por doquier. El 14 de octubre la Municipalidad de Caracas lo designa capitán general de los Ejércitos y le otorga el título de Libertador de Venezuela.


                                     Guerra a Muerte


Desde agosto de 1813 el Libertador ejerce el gobierno absoluto. Dirige con éxito las batallas de Tierritas Blancas en Barquisimeto, y Araure en el actual estado Portuguesa.

Al finalizar el año, se combate en centroccidente y sur de Caracas, en los llanos de Calabozo, en los valles del Tuy y en las provincias orientales. José Tomás Boves, una pesadilla surgida en los Llanos, se abate sobre la república, capitaliza el resentimiento social de negros y pardos, y junto a ellos aniquila la causa republicana.

En palabras de Augusto Mijares, durante ese año: “Se peleaba dondequiera que patriotas y realistas se encontraban, sin considerar el número ni la situación en que se hallaran”. Es una guerra sin cuartel que diezma a la población en general, militares y civiles, mujeres, niños y ancianos.

Pardos y negros libran su propia lucha, unos por la igualdad y otros por su libertad. Es un deslinde social expresado también como guerra racial, cuyos nocivos efectos temen tanto republicanos como monárquicos.

El año 1814 comienza con el reconocimiento de Bolívar como la suprema autoridad en una asamblea reunida en el templo de San Francisco de Caracas. Ante el avance de Boves, Bolívar ordena el pase por las armas de 800 españoles y canarios presos en La Guaira y la evacuación de Caracas hacia oriente; lo siguen unas 20.000 personas por las selvas de Barlovento y los desiertos de Unare y Píritu, perseguidos por la vanguardia realista.

Al finalizar el año, los realistas han sufrido la muerte de Boves, los republicanos las de Francisco Espejo, Antonio Nicolás Briceño, Miguel José Sanz, José Félix Ribas, Antonio Muñoz Tébar y el conde de Tovar; y ambos bandos han perdido soldados de todos los sectores, jóvenes universitarios, seminaristas, mujeres, niños, ancianos. La situación económica empeora gravemente.






Boves, el terror


El 11 de julio de 1814 las tropas de José Tomás Boves toman la ciudad de Valencia. Se dedican a saquear mientras su jefe convoca a las damas a una fiesta nocturna y se divierte haciéndolas danzar al ritmo de su látigo. Desconoce su juramento de respetar la vida de los rendidos y ordena y deja cometer toda clase de crímenes.La matanza dura varias noches. En Caracas, Bolívar hace esfuerzos infructuosos por detener al ejército de Boves que se aproxima a la ciudad. Ante el inminente peligro, se organiza la Emigración a Oriente. 20.000 personas salen de la ciudad resguardadas por un ejército de 1.200 hombres al mando de Bolívar, quien decía que Boves no se había criado “con delicada leche de mujer, sino con la sangre de tigres y furias del averno”.


De nuevo los realistas en el poder


Después de la pérdida de la Segunda República se instaura de nuevo el poder realista en todo el país, con excepción de la isla de Margarita. Al mismo tiempo, el restablecimiento del absolutismo en España, en mayo de 1814, determina una nueva política hacia América y crea las bases para la “pacificación” y reposición del orden colonial. Se inicia la “ocupación militar extranjera” con la presencia de unos 15.000 hombres al mando del “Pacificador” Pablo Morillo, expedición que el oidor Francisco Heredia considera: “el último esfuerzo de los comerciantes de Cádiz” en pro del monopolio comercial. A principios de abril de 1815 Morillo llega a la costa oriental; el 7 entra a Margarita. Sus instrucciones son: ocupar la isla, otorgar un indulto, restaurar la Real Audiencia, sacar hacia la Nueva Granada a los jefes y soldados que hayan hecho la guerra en Venezuela, exigir empréstitos, y auxiliar a los comerciantes y hacendados. En Margarita el gobierno está a cargo de Juan Bautista Arismendi, quien se acoge al indulto. Morillo nombra gobernador y marcha a Cumaná y Caracas; llega el 11 de marzo y procede a organizar el gobierno: Consejo de Guerra permanente para las infidencias; Tribunal de Apelaciones en reemplazo de la Audiencia para asuntos civiles; Junta Superior de Secuestros, que se apodera de los bienes de los republicanos, con un valor aproximado de 25 millones de pesos. Asimismo, impone exacciones y empréstitos para sostener las tropas y dotar la expedición a Nueva Granada. Las medidas de Morillo relativas a prohibir a sus oficiales contraer matrimonio con criollas y restringir la venta de pan de trigo a quienes no fueran miembros de la expedición, disgustan por igual a peninsulares y criollos, realistas y republicanos.

En virtud de la gestión de Morillo y el rechazo causado por algunas de sus medidas, el ejército realista en Venezuela pierde su carácter popular y pasa a ser predominantemente peninsular. Las tropas que habían seguido a Boves y Morales comienzan a pasarse al lado republicano.





Bolívar proyecta el futuro

El 7 de septiembre de 1814 Bolívar sale de Venezuela rumbo a la Nueva Granada, donde encuentra resentimiento, oposición y dificultades diversas que entorpecen su acción político-militar. Por estas razones, a mediados de abril de 1815 decide refugiarse en Jamaica, donde prosigue su actividad en favor de la independencia mediante artículos de prensa y textos sobre la realidad americana. El más notable es la Carta de Jamaica, fechada en Kingston el 6 de septiembre de 1815.

En este documento hace referencia a las barbaridades cometidas por los españoles en América, revisa el estado de las colonias hispanas, y concluye que en Venezuela una cuarta parte de su población ha desaparecido por el terremoto y la guerra.

No deja de lado la situación económica y política bajo el régimen colonial; sintetiza el análisis de la sociedad en la frase “somos un pequeño género humano”, con características definidas. Pasa luego a fundamentar el derecho a la revolución en la propia legislación española y como una derivación de los sucesos de Bayona y subsiguientes hechos de España.

Expone sus ideas sobre el sistema de gobierno más conveniente para los Estados americanos; reitera su rechazo al sistema federal “por ser demasiado perfecto” para estos pueblos que requieren “gobiernos paternales”, además presenta sus reflexiones acerca de la suerte futura de América, aspecto que por sus precisiones ha sido calificado de profético.

Por último, resalta la necesidad de la unión entre los pueblos americanos para expulsar a los españoles y fundar un gobierno libre.

En Jamaica, Bolívar resulta ileso en un atentado ordenado desde Cartagena por Morillo. Luego del incidente, el Libertador proyecta ir en auxilio de Cartagena. Con tal fin sale el 18 de diciembre; en alta mar conoce por el buque corsario El Republicano la rendición de Cartagena al cabo del terrible asedio de 106 días. Entonces se dirige a Haití.


Expedición de Los Cayos


Además de Bolívar, llegan a Haití los escapados de Cartagena, enfermos, agotados por el hambre y la sed. El Libertador se dedica a “organizarlos tanto políticamente como militarmente”. Invita a cooperar al canónigo José Cortés de Madariaga y a Juan Germán Roscio. Para sus planes solicita y obtiene ayuda del presidente de Haití, Alejandro Petión, y del armador curazoleño Luis Brión.

En Asamblea de venezolanos y neogranadinos, reunida a fines de enero en Los Cayos de San Luis, Bolívar es proclamado jefe supremo y capitán general de los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada. Días después sale la expedición; lo acompañan Carlos Soublette, Manuel Carlos Piar, Gregorio MacGregor, Pedro Briceño Méndez, Santiago Mariño, Luis Brión y Francisco Antonio Zea.

Zarpan el 31 de marzo de 1816 rumbo a Margarita. El 1 de mayo recalan en Los Frailes. Al siguiente día apresan dos naves realistas que asedian la isla. El 3 entran en Juan Griego. El 6 en Asamblea realizada en la iglesia de Villa del Norte, Bolívar y Mariño son reconocidos como jefe supremo y segundo respectivamente. Bolívar se traslada a tierra firme, toma Carúpano, sigue al centro y el 6 de julio ocupa Ocumare. En dichas poblaciones ofrece la libertad a los esclavos y los invita a incorporarse a las filas republicanas.


Nuevamente en Haití


Bolívar regresa a Haití luego de varios encuentros armados con los realistas, fracasos y diferencias de criterios con algunos jefes patriotas por el desarrollo de la campaña. En Puerto Príncipe inicia los preparativos para una nueva expedición, mientras en Venezuela algunos republicanos deciden invitarlo a regresar. Así lo hace. El 28 de diciembre de 1816 llega a Juan Griego y el 31 arriba a Barcelona, donde establece su cuartel general. La campaña de ese año, dirigida por Bolívar, tiene a su favor el respaldo de los margariteños capitaneados por Juan Bautista Arismendi; y como factores adversos la escasa experiencia de los expedicionarios frente a la veteranía de la infantería realista y la actitud engañosa de los corsarios.

En el ínterin, la guerra prosigue en las provincias de Guayana, Barcelona y los llanos de Caracas, bajo la conducción de José Tadeo Monagas y Pedro Zaraza. En rigor, se trata de escaramuzas guerrilleras con el fin de desgastar a las fuerzas realistas y mantener activa en los republicanos la meta de la libertad. En Cumaná y las llanuras entre Maturín y el Orinoco operan otros grupos al mando de los coroneles Jesús Barreto y Andrés Rojas. Por su parte, el escocés Gregorio MacGregor lleva a cabo exitosas acciones en el área de Barcelona.


Milicia de morenos


En octubre de 1817 el general realista Pablo Morillo solicita consejo a la Real Audiencia sobre la formación de dos batallones de milicias de morenos con 2.000 esclavos, a quienes se les otorgaría en premio la libertad. En su argumentación, Morillo afirma que esos hombres “robustos, acostumbrados al trabajo, frugalidad y fatiga, aclimatados y sufridos en el cansancio y la intemperie”, pueden ser tan útiles al servicio de las armas del Rey como lo han sido a los ejércitos republicanos. A pesar de las ventajas que apunta Morillo, la Audiencia reprueba el plan. Alega que los esclavos armados pueden sublevarse con mayor facilidad y otros que no estuvieran en las milicias movidos por la idea de libertad se fugarían de las haciendas. En ambos casos los hacendados pierden, pues se quedarían sin los brazos para el cultivo de las tierras, lo cual ocasionaría su ruina y, por tanto, mayor descontento entre los propietarios. Los temores de la Audiencia eran compartidos por los patriotas, quienes alistaron esclavos en sus filas de manera muy discreta y solo a partir de 1816.


Otro escenario para la guerra


En 1814 se libraron 73 acciones bélicas. Los republicanos triunfaron en las batallas de La Victoria, San Mateo, Carabobo, Bocachica. A favor de los realistas se inclinó la fortuna en La Puerta, Ocumare del Tuy, Valencia y Urica.

El triunfo en la batalla de El Juncal congrega alrededor de Manuel Carlos Piar a las guerrillas de Pedro Zaraza y José Tadeo Monagas. Ellos acuerdan reconocer el liderazgo de Bolívar e invitarlo a unírseles. Mariño y Bermúdez reconocen también su autoridad suprema.

Piar se une a Cedeño, quien durante 1816 había acosado a los españoles de Angostura. Piar y Bolívar deciden sitiar la ciudad. El plan de Piar consiste en apoderarse de las misiones del Caroní. El 4 de abril de 1817, triunfa sobre los realistas comandados por Miguel de la Torre en la batalla de San Félix. Con esta acción los republicanos se adueñan del corazón del emporio económico guayanés: las misiones del Caroní.

El almirante Luis Brión despeja el Orinoco de enemigos. Estas acciones proporcionan 14 buques mayores y menores, fusiles, municiones y 60.000 pesos en plata y oro.

La estrategia orinoquense, desplegada lejos del bloqueo sostenido por los españoles en el Caribe, permite la comunicación con el exterior vía el Delta, con las provincias de Cumaná y Barcelona, y a través de los llanos con la Nueva Granada.

En Guayana no solo se escenifican acciones bélicas; allí se manifiestan actividades administrativas destinadas a dar piso real a la República. En octubre se reúne un consejo de Estado presidido por Luis Brión y Francisco Antonio Zea, y se funda un órgano divulgativo titulado Correo del Orinoco. La República comienza a perfilarse en Angostura.

La desconfianza y la rivalidad, actitudes que han minado las acciones de los republicanos desde el inicio de la guerra, conducen al fusilamiento del libertador de Guayana, héroe de El Juncal y San Félix, Manuel Piar, el 16 de octubre de 1817, acusado de “instigar la guerra de colores, de insubordinación a la autoridad suprema, de conspirador contra el orden y tranquilidad pública, de sedicioso y últimamente de desertor”.


La república en Angostura


Dueños del territorio de Guayana, los republicanos organizan el gobierno en Angostura, la capital provisional de Venezuela. El Congreso de Angostura proporciona a la república la institucionalidad que ha reposado en los ejércitos personales. Sin disponer de registros de población, pues los emigrantes realistas se los llevaron consigo, se resuelve que las elecciones se hagan en los territorios libres y en las divisiones del ejército. En Angostura se reúnen a la convocatoria del Congreso ilustres republicanos: Fernando Peñalver, Martín Tovar Ponte, Francisco Javier Yanes, Juan Germán Roscio, José Luis Ramos, Diego Bautista Urbaneja, Manuel Palacio Fajardo, y los neogranadinos Francisco Antonio Zea y Francisco de Paula Santander.

El Congreso se instala el 15 de febrero de 1819. Bolívar pronuncia el discurso inaugural, expone sus ideas sobre gobierno republicano, soberanía del pueblo, igualdad, división de poderes, libertad civil, proscripción de la esclavitud y de los privilegios. Propone al Congreso un proyecto de Constitución: Poder Ejecutivo representado por un presidente vitalicio, con las características del soberano inglés, que no es personalmente responsable; solo lo son los ministros. Legislativo de dos cámaras: Senado vitalicio y hereditario y representantes de elección popular. Poder Judicial independiente. Los jueces solo pueden ser removidos por acusación formal.

Otra novedad del proyecto es el Poder Moral, a imitación del Areópago ateniense, censores y tribunales romanos e instituciones espartanas. Su objetivo, la educación de la infancia, la instrucción pública y el cumplimiento de las leyes, el reconocimiento a la virtud y la persecución del vicio.

Aun tratándose de un guerrero en pleno éxito y fama, el Congreso rechaza varias de las proposiciones de Bolívar; solo acepta el centralismo y la creación de la República de Colombia.

En Guayana se consolida el ejército republicano, fortalecido por guerreros extranjeros que integran la Legión Británica.


Tratado entre pares


En España, una revolución liberal encabezada por Antonio Quiroga y Rafael del Riego presiona a Fernando VII sobre la necesidad de poner en vigencia la Constitución de 1812 y negociar con los insurgentes americanos. Pablo Morillo sufre derrotas importantes en Venezuela y Nueva Granada, mientras el ejército patriota toma la ofensiva.

El 6 de junio de 1820, el gobierno monárquico envía instrucciones a Morillo para que arbitre los medios de lograr una reconciliación con los jefes republicanos. El jefe realista escribe a Bolívar y a sus tenientes para anunciarles la suspensión de hostilidades por parte de su ejército. Los jefes supremos nombran comisionados para negociar un armisticio. Representan a Bolívar los plenipotenciarios Pedro Briceño Méndez, José Gabriel Pérez y Antonio José de Sucre; a Morillo, Juan Rodríguez del Toro, Ramón Correa y Francisco González Linares. Los españoles reconocen a los venezolanos como sus iguales. Las negociaciones son de gobierno a gobierno.

El 25 de noviembre se firma el tratado de armisticio, que comprende la suspensión de todas las hostilidades de mar y tierra por el plazo de seis meses. Las tropas permanecerán en los lugares que ocupan.

El 26 de noviembre se firma el Tratado sobre la Regularización de la Guerra, ajustado al “derecho de gentes” y a las prácticas liberales de las naciones civilizadas.

Esto se expresa en el respeto a los prisioneros de guerra, restitución de los heridos de guerra a sus banderas, canjes de prisioneros clase por clase y grado por grado. Se suspende la pena de muerte para desertores, conspiradores y desafectos. Los vecinos serán respetados independientemente de sus ideas. Por último, los cadáveres de los combatientes serán sepultados con honores o cremados, según las circunstancias. Para firmar los acuerdos, ambos jefes se encuentran el 27 de noviembre en Santa Ana de Trujillo.

El Tratado pone fin a la Guerra a Muerte. De él dice Bolívar que es “digno del alma de Sucre”.


A la historia por la pintura


Buena parte de las imágenes visuales que nos hemos hecho de la historia de Venezuela en los períodos previos a la aparición de la fotografía, se la debemos al arte y los oficios de pintores y dibujantes que se dedicaron a registrar con esmero todo lo que veían. Ya fueran paisajes naturales, estampas de la vida cotidiana, retratos de personajes notables o escenas de sucesos históricos, la memoria visual de aquellos tiempos subsiste hoy gracias al trabajo de estos creadores expresado en lienzos, óleos, acuarelas, carboncillos y papel.

Entre el conjunto de estos registros, destacan por su prolijidad las escenas de guerra realizadas como una épica celebratoria de la gesta que hizo posible la creación de la república. A este género corresponde el cuadro Captura de flecheras españolas por el general Páez, obra con la que se quiso resaltar la proeza mediante la cual los centauros al mando del prócer llanero lograron capturar 14 embarcaciones españolas que luego serían utilizadas por los patriotas para atravesar el río Apure.

La acción (1819), junto a otras operaciones tácticas como aquella del "Vuelvan caras", forma parte de la leyenda que se tejió en torno a la genialidad militar del general Páez para conseguir y ejecutar movilizaciones sorpresivas que desconcertaban al enemigo y le asestaban fuertes derrotas.

Existen varias pinturas que recrean esta hazaña. La primera de ellas es atribuida al destacado pintor Carmelo Fernández. Posteriormente se reconocen otras firmadas por Ramón Páez, Manuel Cruz y Arturo Michelena. La versión que acompaña este texto tiene la particularidad de haber sido realizada por Ramón Páez, hijo del héroe apureño. Un trabajo de acuarela y creyón sobre papel.


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