Apertura y perdón para consolidar el poder
Al asumir en propiedad la presidencia de la República (19-12-1908), Gómez procede a destituir a los jefes militares castristas y a apresar a los ministros que se mantuvieron leales a Cipriano Castro. Simultáneamente, la Alta Corte Federal inicia un juicio político contra Castro por un supuesto intento de asesinato contra el vicepresidente encargado de la Presidencia: Juan Vicente Gómez.
La base inicial de apoyo político de su régimen está en las tendencias anticastristas del Partido Liberal Amarillo implicadas en “La Conjura” y en la Revolución Libertadora. Para fortalecer este grupo, Gómez inicia una política de apertura interna hacia todos los presos políticos del castrismo e invita a regresar al país a los exiliados, tanto liberales como nacionalistas. Durante los años que median entre 1908 y 1913, el régimen se caracteriza por la restauración de la libertad de prensa, la amplitud y la tolerancia con todas las tendencias políticas del momento.
La primera de las reformas constitucionales auspiciadas por Gómez se hace en 1909; restablece los períodos constitucionales de cuatro años y crea el Consejo de Gobierno. Este forma parte del Poder Ejecutivo, junto con el presidente de la República y sus ministros; participan en este organismo los principales líderes del liberalismo amarillo y del nacionalismo que decidieron apoyar al nuevo régimen. El 25 de abril de 1910 el Congreso nombra a Gómez general en jefe de los ejércitos venezolanos, y el 27 del mismo mes lo elige presidente constitucional de Venezuela para el período 1910-1914.
En cuanto a las relaciones diplomáticas, el régimen se caracteriza desde el inicio por la intención de no inmiscuirse en los conflictos latinoamericanos y mantener las mejores relaciones con todos los países vecinos. En tal sentido, deja sin efecto las sanciones acordadas contra la New York & Bermúdez Co. por los tribunales venezolanos, restablece las relaciones diplomáticas con Colombia, e inicia el arreglo de las diferencias mantenidas con Francia y Holanda por el régimen de Cipriano Castro.
El autoritarismo muestra su rostro
Un año antes de terminar el período constitucional, Gómez decide continuar en el ejercicio del poder, lo que produce la primera crisis política de su largo período como dueño del país. Esta situación marca la ruptura definitiva con los líderes y caudillos del liberalismo, quienes desde ese momento pierden relevancia y desaparecen del escenario político nacional. Debido al enfrentamiento, algunos de los miembros del Consejo de Gobierno se ven obligados a abandonar el país; Gómez decreta turbado el orden público y, por lo tanto, suspende el proceso electoral, alegando una supuesta invasión de Cipriano Castro.
Para dar por terminado el deslinde con los caudillos, Gómez parte a la ciudad de Maracay y su falta temporal en la presidencia es suplida, como lo pauta la Constitución Nacional, por el entonces presidente del Consejo de Gobierno, José Gil Fortoul. Mientras estos sucesos transcurren, el ministro de Relaciones Interiores, César Zumeta, promueve la reunión en Caracas de un Congreso de Plenipotenciarios de las Municipalidades, con el objetivo de reformar nuevamente la Constitución. Este Congreso redacta un Estatuto Constitucional Provisional que debe regir mientras se promulga la nueva Constitución; decide nombrar presidente provisional de la República a Victorino Márquez Bustillos y comandante de las Fuerzas Armadas Nacionales a Gómez. Asimismo, dispone que las autoridades provisionales se mantengan en sus cargos hasta que se sancione la nueva Constitución.
La Carta Magna queda lista en junio de 1914 y alarga el período presidencial de cuatro a siete años. De acuerdo con las nuevas pautas constitucionales, el Congreso Nacional elige a Gómez presidente constitucional para el septenio 1915-1921, pero este no llega a tomar posesión del cargo, creando así una confusión legal-constitucional durante todo el período ya que existen dos presidentes: uno provisional –Márquez Bustillos–, que atiende en la capital de la república los problemas administrativos, recibe embajadores, convoca sesiones al Congreso, y uno electo –Gómez–, que no toma posesión del cargo y vive en la ciudad de Maracay, desde donde decide las principales cuestiones políticas que luego Márquez Bustillos ejecuta en Caracas.
Las Fuerzas Armadas se modernizan y el Gobierno se militariza
Una de las reformas más importantes emprendidas durante el régimen de Gómez es la de las Fuerzas Armadas Nacionales, la cual se inicia en 1910 con el objetivo de convertir al Ejército nacional en una fuerza homogénea, moderna y altamente técnica. La reforma coincide con los centenarios de las principales efemérides patrias, lo que contribuye a cohesionar doctrinal y políticamente al ejército. Los hitos más importantes de esta reforma son los siguientes:
1910. Se inicia el funcionamiento de la Academia Militar que había sido creada en 1903 y, dentro de ella, la Escuela Náutica (después llamada Escuela Naval). Se crea la Escuela de Aplicación Militar para oficiales en servicio activo, con la finalidad de que actualicen sus conocimientos militares.
1913. se crea la Oficina Técnica Superior, encargada de la elaboración de la doctrina militar, la organización y la instrucción del ejército.
1920. Se crea la Escuela de Aviación Militar. Es instalada en Maracay e inaugurada el 1 de enero del año siguiente.
1923-1930. Se aprueba un nuevo Código Militar que sustituye toda la legislación militar anterior y responde a la nueva situación política y militar del país. Este proceso va acompañado de la modernización de la infraestructura, la dotación de armamentos, equipos, uniformes y un crecimiento sostenido del presupuesto militar, hecho que es posible gracias a los ingresos petroleros. La reforma tiene una marcada influencia alemana. Ello se debe, esencialmente, a que el ejército prusiano es el más moderno de la época y, en este sentido, se ha convertido en modelo internacional.
La más importante consecuencia política de esta reforma es la derrota militar y política del caudillismo, convertido después de 1913 en antigomecista. Desde 1914 Gómez retuvo siempre el cargo de comandante en jefe del Ejército, incluso cuando no ejercía la Presidencia de la República.
El poder básico de sustentación del régimen después de 1913, una vez excluido el liberalismo amarillo y el nacionalismo, es el estamento militar, el cual se convierte en un elemento represivo fundamental para garantizar el orden público y el progreso nacional.
Una revolución administrativa
En 1912 Gómez le solicita a Román Cárdenas, ingeniero tachirense, que asuma el Ministerio de Hacienda. Cárdenas, en un acto de inusual modernidad, pide autorización para ir a Londres a estudiar finanzas públicas y, finalizados los estudios, toma posesión del cargo el 3 de enero de 1913. Su labor al frente de este ministerio significa un cambio profundo en los hábitos administrativos dominantes hasta el momento y el inicio de la hacienda pública contemporánea, hasta entonces inexistente, estableciendo una vigilancia centralizada y la responsabilidad directa del Estado en la recaudación de sus tributos.
En su exposición ante el Congreso Nacional en 1914, Cárdenas resume los objetivos de la reforma que se propone reducir la carga impositiva de los impuestos aduaneros; hacer menos gravoso para el Estado el proceso de recaudación de las rentas; incrementar el control y la vigilancia del sistema de rentas; y aumentar y diversificar las fuentes rentísticas. Para lograr esos objetivos se realizan importantes reformas, como el establecimiento de la unidad del tesoro público y del presupuesto (no se distingue el origen de la renta, sino que todo va a un fondo común); la separación de la función liquidadora de la recaudadora, y la organización de la función inspectora como instancia independiente.
La consecuencia política inmediata de la reforma Cárdenas se concreta en los efectos de la centralización de los ingresos fiscales. Esto asesta un duro golpe económico al caudillismo, vivo aún en la figura de los presidentes de los estados. Hasta la reforma Cárdenas, buena parte de las rentas internas de la nación provienen de los estados; solo que el presidente del estado interviene en el registro de las mismas y se apropia de una parte de ellas. Cárdenas acaba con este sistema al centralizar las rentas internas. Para 1922 el incremento de estos ingresos habla por sí mismo: 122% en licores, 196% en cigarrillos, 412% en estampillas.
La Primera Guerra Mundial castiga la economía
A partir de 1914 la economía venezolana entra en crisis como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Los grandes compradores de las materias primas venezolanas están combatiendo entre sí; debido a ello, caen drásticamente nuestras exportaciones y con ellas los ingresos. Gómez se ve en la necesidad de reducir los sueldos de los empleados públicos en un 25% y seis meses más tarde en otro 25%. Así, el sueldo del presidente de la República queda en 1.500 bolívares mensuales y el de un ministro en 900.
Finalizada la guerra, la economía nacional comienza a recuperarse: a partir de los años 1920 los ingresos petroleros empiezan a generarle al Estado venezolano una riqueza desconocida hasta entonces.
Política vial y urbanismo
Durante el régimen de Gómez se lleva a cabo una política vial fundamentada en la integración de los caminos existentes y la construcción de obras de gran envergadura para el momento. Se construyen tres grandes sistemas tomando como centro a la ciudad de Caracas: la gran carretera Occidental, o carretera Trasandina, que une a las ciudades de Caracas y San Cristóbal con una longitud de 1.529 km; la gran carretera del Sur, entre las ciudades de Caracas y San Fernando de Apure, con una longitud de 490 km; y, la gran carretera Oriental, de Caracas a Ciudad Bolívar con una longitud de 800 km.
En lo que respecta a los estados andinos, se decretan las “carreteras centrales” que tienen por objetivo unir a las capitales de los estados con los terminales de las vías férreas. Estas fueron las del Táchira hacia Colón; Mérida hacia El Vigía y Trujillo hacia Motatán. La aparición y el auge del automóvil establece la necesidad de integrar un sistema nacional de vialidad con Caracas como centro.
En 1927 se inicia el proceso de electrificación de la línea del ferrocarril Caracas-La Guaira, para lo que se adquirieron seis locomotoras y cuatro trenes tipo autovías. Hasta entonces solo el tramo Caracas-Petare del ferrocarril Central funcionaba con electricidad, servicio oficialmente inaugurado en 1906.
El impacto de la explotación tiene consecuencias urbanísticas en los estados donde se asienta el negocio petrolero. Zulia, Maracaibo en particular, vive durante las décadas de 1920 y 1930 una auténtica transformación, determinada por la necesidad de realizar reformas que adecuen los servicios de la entidad a las demandas surgidas como consecuencia de la instalación de las compañías petroleras en la cuenca del lago de Maracaibo: se pavimentan las calles, se instalan sistemas modernos de cloacas, se mejoran los puentes, se remozan los sitios más atractivos de la ciudad.
Otra ciudad que se renueva durante el gomecismo, aunque por causas distintas, es Maracay. Su auge urbanístico es consecuencia del gusto de Gómez, quien la usa como residencia en numerosas ocasiones. Su mera presencia desata cambios que en casi todos los casos dependen de las inclinaciones del gobernante hacia ciertas actividades de esparcimiento: el hipódromo (1911); el circo-teatro (1912); la Asamblea Legislativa del estado Aragua (1917); la Escuela de Aviación Militar (1920); la plaza Bolívar (1930); el Hotel Jardín, hoy sede de la Gobernación, y la Plaza de Toros (1933).
Nace una nueva oposición
Nace una nueva oposición
La duración del régimen de Juan Vicente Gómez y su aparentemente inalterable funcionamiento, contribuyen a crear una imagen asociada a una paz interna y a un orden público absolutos. Nada más alejado de la realidad. Varias generaciones de venezolanos se le enfrentan, y son tantas que para algunos historiadores es el régimen que ha soportado la más tenaz y sostenida oposición en la historia de Venezuela.
La oposición puede clasificarse en dos grupos: la oposición “tradicional” y la “moderna”.
La oposición tradicional la ejercen caudillos liberales amarillos y nacionalistas que buscan derrocar a Gómez. Se trata de un tipo de oposición con características comunes: no conforma ningún partido político distinto al Liberal o al Nacionalista, es expresión de las viejas pugnas regionales y personalistas que vienen del último tercio del siglo XIX, y se manifiesta a través de los medios más comúnmente usados por los partidos históricos y los caudillos: alzamientos locales, invasiones, conspiraciones, etc. A su vez, dentro de ella se pueden distinguir la oposición castrista, conformada por los intentos de retorno al poder liderados por Cipriano Castro; la liberal amarilla, que se pronuncia después de su rompimiento con Gómez en 1913; la nacionalista, desatada por el rompimiento de “El Mocho” Hernández con Gómez (1910); y la antiandina, que, identificando a Gómez con la “barbarie”, visualiza el enfrentamiento en términos de la “tradición política venezolana” (liberales y conservadores) y la “barbarie andina”.
Por último, se encuentran aquí los “grupos de transición”, un conjunto heterogéneo de manifestaciones cívicas y militares que, enfrentadas a los viejos caudillos o colaborando con ellos, mezclan proposiciones políticas tradicionales con posturas nuevas.
La oposición moderna, por su parte, abarca aquellos pronunciamientos que, a partir de 1918, postulan proposiciones y estrategias políticas distintas. Sus características son las siguientes: no es una oposición personalista, en el sentido de que no está liderada por caudillos; sus vínculos con el liberalismo amarillo o el nacionalismo son circunstanciales y se rompen a partir de 1929; sus proyectos llevan a la fundación de nuevas agrupaciones políticas; no expresa antiguas rivalidades regionales; concibe los problemas del régimen en términos políticamente avanzados; es eminentemente urbana y los actores involucrados provienen de la clase media y media alta; aspiran a llegar al poder mediante medios novedosos: creación de nuevos partidos políticos, fundación de sindicatos y de organizaciones corporativas que sirvan para penetrar las masas populares e infundirles conciencia de clase.
En esta oposición se ubican la fundación del Partido Revolucionario Venezolano (PRV), en 1927; los sucesos de la Semana del Estudiante, en 1928, y la Fundación de ARDI, en 1931, y del Partido Comunista de Venezuela (PCV), hacia el mismo año.
Epidemias y salud pública
Durante la época gomecista se logran avances importantes en la investigación científica orientada al control de las epidemias y al mejoramiento de la salud pública. En esta materia, la historia anterior del país es aterradora: una mortífera epidemia de sarampión (1851) azota a Caracas dejando 1.309 muertes; la gran epidemia de cólera (1854-1857); epidemias de fiebre amarilla en distintas zonas del país (1853, 1877, 1887, 1888, 1889, 1894, 1895), epidemias de tosferina (1850), viruela (1898), peste bubónica (1908); la pandemia gripal, cuya última manifestación es de 1918, cuando se propaga la “gripe española”, que cobra 25.000 vidas.
En 1913 el doctor Luis Razetti publica su versión del Manual del antialcoholismo, el cual contribuye a combatir el alcoholismo crónico. Ese mismo año se crea la Escuela de Enfermeras, dirigida por el doctor Francisco Antonio Rísquez.
En 1914 se abre el primer Sanatorio Antituberculoso dirigido por el doctor Andrés Herrera Vegas en Los Teques y se inicia el tratamiento de la tuberculosis por el neumotórax por el doctor Ángel Larralde. En 1916 los doctores Juan Iturbe y Eudoro González descubren el huésped intermediario de la bilharzia y de la leishmaniasis. En 1919 el doctor Enrique Tejera descubre el agente causante de la enfermedad de Chagas. En 1920 el mismo doctor Tejera descubre en París el tripanosoma rangeli, bautizado así en honor a Rafael Rangel.
A partir de 1917 se fundan varios hospitales públicos en el interior (Upata, 1917; San Fernando de Apure, 1918; Caracas, 1919; El Tocuyo, 1919; Tumeremo, 1920; Valera, 1922; San Cristóbal, 1927). En 1923 se promulga una Ley de Sanidad Nacional junto con una serie de reglamentos complementarios. Pero, a pesar de estos avances, indiscutibles si se comparan con el panorama del siglo anterior, en 1925 el doctor Razetti expone en la Academia Nacional de Medicina un trabajo en el cual describe la espantosa mortalidad de los venezolanos a consecuencia de las enfermedades endémicas. En 1935 Venezuela cuenta con 51 hospitales y el promedio de vida de los venezolanos es de 35,7 años.
Caudillismo filosófico
El pensamiento positivista domina visiblemente la reflexión de las élites científicas y humanistas durante el gomecismo. El positivismo venezolano toma del evolucionismo sus principales aspiraciones intelectuales y categorías analíticas: el empirismo, el organicismo, las ideas de raza, especie, adaptación al medio ambiente y, sobre todo, la idea de evolución aplicada, bien sea en la observación del medio natural o en la del medio social. Del positivismo hereda su cientificismo, su empirismo y su postura epistemológica centrada en el rechazo a los juicios de valor y la búsqueda de la objetividad.
En el contexto venezolano predomina visiblemente el positivismo evolutivo, que mezcla ambas corrientes. Tiene manifestaciones importantes en disciplinas muy disímiles, como las ciencias naturales, la medicina, la literatura, el derecho, la sociología, la antropología, la etnografía, la historia y la política. El positivismo y el evolucionismo forman parte de la manera de pensar de las élites vinculadas a los regímenes de Cipriano Castro y Gómez. Desde el punto de vista político, la teoría del caudillismo, sostenida por Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya y José Gil Fortoul, es la principal y más original creación del pensamiento político positivista venezolano y sirve de base filosófica y política destinada a legitimar el régimen de Gómez. En efecto, las principales campañas políticas destinadas a la defensa y justificación del gomecismo, emprendidas desde el periódico El Nuevo Diario por Laureano Vallenilla Lanz, se realizan con las armas teóricas aportadas por su teoría del caudillismo.
De entre esos intelectuales, Gómez escoge a los más brillantes para integrar sus gabinetes ministeriales o desempeñar altos cargos diplomáticos. Pedro Manuel Arcaya, José Gil Fortoul, César Zumeta y Laureano Vallenilla Lanz, son algunos de los elegidos.
Asesinato de Juancho Gómez
La figuración política de Juan Crisóstomo Gómez, también conocido como Juancho Gómez, comienza después del golpe de Estado del 19 de diciembre de 1908, cuando su hermano Juan Vicente lo nombra gobernador del estado Miranda. Aunque no es militar de profesión, en los documentos oficiales se le da el título de general. A raíz de la reforma constitucional de 1922 que crea dos vicepresidencias, Juancho Gómez es nombrado primer vicepresidente y José Vicente Gómez –hijo de Juan Vicente–segundo vicepresidente.
El 30 de junio de 1923 Juancho Gómez es asesinado en el Palacio de Miraflores. El dictador culpa del hecho a la oposición, pero la opinión pública lo interpreta como un crimen familiar, producto del enfrentamiento entre hermano e hijo del Benemérito por pretensiones dinásticas, que dividía a los allegados al régimen entre “juanchistas” y “vicentistas”. Como autor material es señalado el capitán Isidro Barrientos, miembro de la Guardia de Miraflores y un pariente cercano de este, quien era criado de confianza de Juancho Gómez. Ambos son condenados a 20 años de presidio y posteriormente sacados de la cárcel y asesinados.
Muere Gómez
Los tres últimos años de la vida de Juan Vicente Gómez abundan en rumores acerca de su salud, los cuales, en la mayoría de los casos, parecen corresponder a propaganda política de la oposición. Su estado general es el de los trastornos propios de la edad y no es sino hasta 1934 cuando el dictador comienza a padecer problemas prostáticos. Su vida transcurre tranquilamente en Maracay, en donde recibe visitas de todo tipo, mientras continúa adquiriendo bienes inmuebles. Entre 1932 y 1934, por ejemplo, se reseña que compró 43 casas en Maracay, 12 haciendas y una casa en Ocumare de la Costa, seis haciendas en la zona de Güigüe, dos hatos en Cojedes, 13 casas y un potrero en San Juan de los Morros, y una serie de propiedades en su estado natal.
Desde el punto de vista político y administrativo, las responsabilidades cotidianas del Gobierno descansan en el gabinete, el cual trata de adoptar medidas que permitan superar los efectos de la crisis mundial de 1929. Se espera que la muerte de Gómez ocurra de un momento a otro y las conjeturas sobre su salud son constantes, pero el general demuestra ser un anciano lúcido, que controla el régimen, con aparente buen estado de salud y sin intenciones de dejar el poder.
A finales de noviembre de 1935 comienzan los rumores en Caracas y Maracay de que Gómez está enfermo; aunque no hay comunicados oficiales informando del hecho, ya se sabe que padece complicaciones vinculadas con la próstata. Las noticias de su estado de salud tienen consecuencias inmediatas: compras masivas de dólares, tanto por parte de los bancos como de particulares y de las compañías petroleras, y la decisión de los ministros del gabinete de abordar el problema de la sucesión.
El 7 de diciembre el ministro de Relaciones Exteriores informa oficialmente al cuerpo diplomático sobre la delicada salud del presidente. Mientras tanto, el paciente se mantiene aislado en Maracay, recibiendo solamente las visitas de sus familiares.
El 15 de diciembre cae en coma; el ministro de Guerra y Marina, general Eleazar López Contreras, toma algunas medidas de orden militar para salvaguardar el orden público. El gabinete redacta un Acta de designación del encargado del Poder Ejecutivo, sin fecha, en la cual se nombra a Eleazar López Contreras como nuevo presidente de la República. Gómez muere el 17 de diciembre de 1935.